Por un mundo donde quepan otros mun-dos.
I Encuentro de Mujeres Zapatistas con las Mujeres del Mundo
I Encuentro de Mujeres Zapatistas con las Mujeres del Mundo
Los carteles que presentaban este encuentro, distribuidos en todo el Caracol, decían “En este Encuentro no pueden participar los hombres en: relator, traductor, exponente, vocero, ni representar en la plenaria estos días 29, 30 y 31 de dic 07. El 1 de enero del 08 vuelve a lo normal. Sólo pueden trabajar en: hacer comida, limpiar y barrer el Caracol y las letrinas, cuidar a l@s niñ@s y traer leña”.
Es que durante estos días tendría lugar la lucha que las mujeres zapatistas llevan adelante desde hace más de catorce años y que ahora era presentada desde la rebeldía de sus comunidades para ser compartida con el resto del mundo. Esta vez el escenario fue la Zona selva tseltal, en el caracol 3 La Garrucha, donde tuvo lugar el tercer encuentro de los Pueblos zapatistas con los pueblos del mundo La Comandanta Ramona y las Zapatistas, entre los días 28 y 31 de diciembre del pasado año.
Asistí a este evento por un especial interés en movimientos y derecho indígenas, temas que desde mi país pensaba abordar en mi formación de posgrado. Eran tiempos de receso académico y atendiendo a mis futuros seminarios de especialización pensé en lo conveniente de acercarme a estos espacios, lo cuales me darían mayores elementos empíricos a la hora de plantear mi proyecto de investigación aquí en México. Por mi situación de extranjera, siendo de origen argentino y si bien siempre estuve en contacto con estas experiencias sobre autonomías indígenas en México desde cierta literatura, acercarme a la experiencia in situ se convirtió en un requisito fundamental para explorar desde lo vivencial y dialógico cómo diferentes actores significan la autonomía y la lucha por la reivindicación de sus derechos como pueblos indígenas. A su vez tuve la posibilidad de acercarme a otras organizaciones ya que allí se encontraban personas de varios colectivos: las mujeres de Atenco, de Oaxaca, mujeres capacitadoras de salud y educación de comunidades indígenas, mujeres del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, mujeres de Vía Campesina de diferentes partes del mundo, mujeres de La Otra Campaña, mujeres y hombres, jóvenes y niños de todas partes del mundo.
Fue un encuentro pensado para la reflexión sobre los derechos de las mujeres y para conocer de qué manera se organizan desde diferentes espacios. El encuentro estuvo a cargo de las comunidades zapatistas con el fin de dar a conocer los proyectos en marcha de sus organizaciones y sobre todo generar un espacio de reflexión sobre la cuestión de género de estas organizaciones y cómo las mujeres se van insertando en los espacios de decisión y acción del movimiento. La necesidad de dar a conocer estas acciones a otras organizaciones y personas de todas partes del mundo se convierte en una acción estratégica en momentos como éste en el cual desde las comunidades se viven situaciones de violencia y despojo por parte de organizaciones militares y paramilitares. Estrategias que coadyuvan al fortalecimiento de sus acciones y al diálogo y coordinación solidaria con otros movimientos.
Con un saludo extendido a las presas de Atenco, a las presas de Oaxaca, a las compañeras de Vía Campesina y demás organizaciones, a las mujeres del mundo y a las compañeras de los diferentes caracoles, se dio comienzo a este encuentro en donde las mujeres zapatistas propusieron “platicarnos e intercambiar conocimiento y experiencias como mujeres que somos del mundo, para tener la libertad que tanto la merecemos y tener completamente los derechos, para la preparación de un mundo mejor, para que todas y todos que no es reconocido por tanto años, nos han negado. Por eso nos encontramos reunidos”. Así finalizó la comandanta Dalia al dar la bienvenida a miles de personas de todas partes del mundo.
Durante los tres días de conferencias, las mujeres de diferentes caracoles presentaron sus exposiciones que, divididas en diversos ejes, dirigieron a un público meramente femenino –ya que en el recinto no se permitían hombres, por lo menos en los primeros días–. Estos temas fueron: I) ¿Cómo vivían antes y cómo están ahora?; II) ¿Cómo se organizaron para llegar a ser autoridades de municipios autónomos, juntas del buen gobierno, comisariadas y agentas de cada pueblo?; III) comercio, venta y compra de producto; IV) trabajos colectivos, cooperativas; V) salud; VI) educación; VII) niñas y niños zapatistas; VIII) las zapatistas y IX) la Otra campaña.
Las sesiones comenzaban con testimonios de las mujeres mayores quienes relataban de qué manera la humillación, subestimación y violencia eran las constantes en sus vidas antes del EZLN. Las situaciones eran referidas no sólo a sus trabajos en las estancias, al trato que recibían de los patrones, sino también al interior de sus familias. Sus actividades se destinaban al ámbito privado, desde el cuidado de los niños hasta la preparación de la comida y la búsqueda de sustentos para el hogar. El agotamiento que esto significaba se acompañaba de la falta de reconocimiento a su labor y de la violencia física y psíquica recibida. Los hombres sólo podían estudiar y participar en el espacio público, a ellas les quedaba la casa, sus hijos y la prohibición: “si queríamos estudiar pensaban que era sólo para hacer cosas malas”. Así continuaban sus relatos hasta que se iban incorporando otros testimonios de mujeres más jóvenes a quienes les tocaba plantear los cambios vividos en el movimiento zapatista.
La memoria de la comandanta Ramona se hacía presente en cada palabra. A ella le agradecieron su lucha y su acompañamiento, sus incansables acciones por la igualdad de género, por el reconocimiento de la mujer en los espacios de decisión del movimiento y la Ley Revolucionaria de la Mujer de 1993. En memoria de esta lucha se desarrolló el encuentro en el que esta vez eran sus ojos los que transmitían que, si bien sus reivindicaciones no se han dado totalmente, los cambios que han atravesado demuestran que la resistencia y la organización valen la pena, que han vivido transformaciones importantes por la fuerte creencia en sí mismas y por sus acciones transformadoras. Aquí se hicieron palpables esas acciones y transformaciones. Su herramienta: el conocimiento de sus derechos como mujeres.
Describieron, de una manera clara y sintética, cada uno de los espacios donde la mujer ha ganado su lugar, como las Juntas del Buen Gobierno, los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, sus cooperativas de trabajo, en las bases de apoyo, en las diferentes comisiones como las de salud y educación, espacios en donde se han incorporado gracias a sus esfuerzos y a la organización, a la que también agradecen, por su respeto hacia ellas.
Los proyectos autogestivos en salud y educación fueron dos de los ejes en los que más destacaron su trabajo como mujeres, no sólo por su total incorporación sino también por el trabajo que de manera conjunta con profesionales voluntarios llevan a cabo. Contaron de qué manera se organizan en sus tareas cotidianas, la dinámica de los espacios en los que se forman como promotoras, la interrelación de sus conocimientos y también las dificultades a las que se enfrentan como la falta de recursos.
Respecto de la educación, las madres y abuelas plantearon cómo eso era algo negado para ellas, sin embargo demostraron su orgullo de que sean los niños y las niñas los que ahora tengan la posibilidad de recurrir a la escuela, a una “muy otra” escuela, la Escuela Autónoma Zapatista. Allí se imparte una educación enfocada en la diversidad de sus culturas indígenas, donde se analiza su historia y se preparan para ser futuras autoridades a fin de continuar con su proyecto autónomo. Destacaron otros tiempos, los tiempos de una educación que se enfoca en los intereses de los niños y no en la estratificación de los conocimientos, en la relación de los contenidos con la propia práctica, como el trabajo con la tierra y en la revalorización de su lengua materna, su historia, su cultura y sus derechos.
Las voces de las niñas zapatistas María Linda y Marina se llevaron los mayores aplausos por la fortaleza de sus palabras, la conciencia respecto a la situación de los padres y los cambios que de su lucha agradecen ya que ahora pueden vivir sus derechos dignamente. María Linda comenzó planteando que hablaría de su forma de vivir. Esta nueva forma de vivir se aleja de los relatos de las anteriores mujeres. Esta vez se ven las fortalezas de su proyecto autónomo en la vida de los niños. María Linda planteó “Yo, como niña, tengo derecho para hacer todo lo que quiero. Mi papá y mi mamá no me las impiden las actividades… Me han dado derecho de estudiar en las escuelas autónomas para que aprendo mejor… Me han dado de derecho de salir a pasear, de jugar, de saltar, de bailar en las fiestas cuando para mí es necesario divertirse”. Y concluyó diciendo “esos derechos serán las mejores armas para defenderme y seguir luchando”. Marina, de ocho años, también compartió sus palabras, los derechos que sus padres le reconocen como “cantar, bailar y divertirme” y continuó “yo me siento muy orgullosa de ser zapatista […] porque ya estamos acostumbrados con la resistencia, porque es la mejor arma para nosotros”.
El día 31 de diciembre concluyeron con las exposiciones de los caracoles y abrieron el espacio para que puedan hablar otras mujeres. Allí la comandancia leyó cartas de mujeres de México y de otras partes del mundo. Palabras de presas políticas, como Mariana Selva y Edith Rosales, las presas de Amate en Cintalapa, de Chiconautla, de Valladolid, España, y de Sainz, Turquía. Se escucharon atentamente las palabras de Trini de Atenco, de Martha de Chihuahua, de Meche de Tláhuac. Un encuentro que no sólo sumó presencias sino también ausencias que fueron recordadas en todo momento, un llamado a la lucha por la liberación de las presas políticas de todas partes del mundo.
El encuentro también dejó nuevas consignas, la necesidad de organizarse como mujeres en la lucha por una verdadera reivindicación de los derechos femeninos y la igualdad de género, una lucha que es también la lucha contra el neoliberalismo y la lucha por la defensa de sus construcciones. Fue un llamado, a su vez, a la solidaridad de los pueblos del mundo con los pueblos zapatistas. Se reiteraron las palabras de Marcos pronunciadas en el coloquio internacional: la necesidad de que el mundo sepa la violencia militar y paramilitar que viven a diario en sus comunidades y que la defensa de su autonomía será inquebrantable.
“Que este tercer encuentro obtengamos fe, ánimo y seguir adelante compañeras de La Otra Campaña, de México y del mundo. Conocer que la lucha es entre todas, de hombres y mujeres […] y ánimo pues, compañeras. Porque nosotras somos comisionadas nada más y si fuera que venimos todos no vamos a caber en un mundo”, concluyó la compañera Amanda el último día del encuentro.
México, D. F., 13 de enero de 2008
Texto y fotografías
Natalia De Marinis
Estudiante de la Maestría
en Antropología Social (CIESAS-DF)
nataliademarinis@hotmail.com
Es que durante estos días tendría lugar la lucha que las mujeres zapatistas llevan adelante desde hace más de catorce años y que ahora era presentada desde la rebeldía de sus comunidades para ser compartida con el resto del mundo. Esta vez el escenario fue la Zona selva tseltal, en el caracol 3 La Garrucha, donde tuvo lugar el tercer encuentro de los Pueblos zapatistas con los pueblos del mundo La Comandanta Ramona y las Zapatistas, entre los días 28 y 31 de diciembre del pasado año.
Asistí a este evento por un especial interés en movimientos y derecho indígenas, temas que desde mi país pensaba abordar en mi formación de posgrado. Eran tiempos de receso académico y atendiendo a mis futuros seminarios de especialización pensé en lo conveniente de acercarme a estos espacios, lo cuales me darían mayores elementos empíricos a la hora de plantear mi proyecto de investigación aquí en México. Por mi situación de extranjera, siendo de origen argentino y si bien siempre estuve en contacto con estas experiencias sobre autonomías indígenas en México desde cierta literatura, acercarme a la experiencia in situ se convirtió en un requisito fundamental para explorar desde lo vivencial y dialógico cómo diferentes actores significan la autonomía y la lucha por la reivindicación de sus derechos como pueblos indígenas. A su vez tuve la posibilidad de acercarme a otras organizaciones ya que allí se encontraban personas de varios colectivos: las mujeres de Atenco, de Oaxaca, mujeres capacitadoras de salud y educación de comunidades indígenas, mujeres del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, mujeres de Vía Campesina de diferentes partes del mundo, mujeres de La Otra Campaña, mujeres y hombres, jóvenes y niños de todas partes del mundo.
Fue un encuentro pensado para la reflexión sobre los derechos de las mujeres y para conocer de qué manera se organizan desde diferentes espacios. El encuentro estuvo a cargo de las comunidades zapatistas con el fin de dar a conocer los proyectos en marcha de sus organizaciones y sobre todo generar un espacio de reflexión sobre la cuestión de género de estas organizaciones y cómo las mujeres se van insertando en los espacios de decisión y acción del movimiento. La necesidad de dar a conocer estas acciones a otras organizaciones y personas de todas partes del mundo se convierte en una acción estratégica en momentos como éste en el cual desde las comunidades se viven situaciones de violencia y despojo por parte de organizaciones militares y paramilitares. Estrategias que coadyuvan al fortalecimiento de sus acciones y al diálogo y coordinación solidaria con otros movimientos.
Con un saludo extendido a las presas de Atenco, a las presas de Oaxaca, a las compañeras de Vía Campesina y demás organizaciones, a las mujeres del mundo y a las compañeras de los diferentes caracoles, se dio comienzo a este encuentro en donde las mujeres zapatistas propusieron “platicarnos e intercambiar conocimiento y experiencias como mujeres que somos del mundo, para tener la libertad que tanto la merecemos y tener completamente los derechos, para la preparación de un mundo mejor, para que todas y todos que no es reconocido por tanto años, nos han negado. Por eso nos encontramos reunidos”. Así finalizó la comandanta Dalia al dar la bienvenida a miles de personas de todas partes del mundo.
Durante los tres días de conferencias, las mujeres de diferentes caracoles presentaron sus exposiciones que, divididas en diversos ejes, dirigieron a un público meramente femenino –ya que en el recinto no se permitían hombres, por lo menos en los primeros días–. Estos temas fueron: I) ¿Cómo vivían antes y cómo están ahora?; II) ¿Cómo se organizaron para llegar a ser autoridades de municipios autónomos, juntas del buen gobierno, comisariadas y agentas de cada pueblo?; III) comercio, venta y compra de producto; IV) trabajos colectivos, cooperativas; V) salud; VI) educación; VII) niñas y niños zapatistas; VIII) las zapatistas y IX) la Otra campaña.
Las sesiones comenzaban con testimonios de las mujeres mayores quienes relataban de qué manera la humillación, subestimación y violencia eran las constantes en sus vidas antes del EZLN. Las situaciones eran referidas no sólo a sus trabajos en las estancias, al trato que recibían de los patrones, sino también al interior de sus familias. Sus actividades se destinaban al ámbito privado, desde el cuidado de los niños hasta la preparación de la comida y la búsqueda de sustentos para el hogar. El agotamiento que esto significaba se acompañaba de la falta de reconocimiento a su labor y de la violencia física y psíquica recibida. Los hombres sólo podían estudiar y participar en el espacio público, a ellas les quedaba la casa, sus hijos y la prohibición: “si queríamos estudiar pensaban que era sólo para hacer cosas malas”. Así continuaban sus relatos hasta que se iban incorporando otros testimonios de mujeres más jóvenes a quienes les tocaba plantear los cambios vividos en el movimiento zapatista.
La memoria de la comandanta Ramona se hacía presente en cada palabra. A ella le agradecieron su lucha y su acompañamiento, sus incansables acciones por la igualdad de género, por el reconocimiento de la mujer en los espacios de decisión del movimiento y la Ley Revolucionaria de la Mujer de 1993. En memoria de esta lucha se desarrolló el encuentro en el que esta vez eran sus ojos los que transmitían que, si bien sus reivindicaciones no se han dado totalmente, los cambios que han atravesado demuestran que la resistencia y la organización valen la pena, que han vivido transformaciones importantes por la fuerte creencia en sí mismas y por sus acciones transformadoras. Aquí se hicieron palpables esas acciones y transformaciones. Su herramienta: el conocimiento de sus derechos como mujeres.
Describieron, de una manera clara y sintética, cada uno de los espacios donde la mujer ha ganado su lugar, como las Juntas del Buen Gobierno, los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, sus cooperativas de trabajo, en las bases de apoyo, en las diferentes comisiones como las de salud y educación, espacios en donde se han incorporado gracias a sus esfuerzos y a la organización, a la que también agradecen, por su respeto hacia ellas.
Los proyectos autogestivos en salud y educación fueron dos de los ejes en los que más destacaron su trabajo como mujeres, no sólo por su total incorporación sino también por el trabajo que de manera conjunta con profesionales voluntarios llevan a cabo. Contaron de qué manera se organizan en sus tareas cotidianas, la dinámica de los espacios en los que se forman como promotoras, la interrelación de sus conocimientos y también las dificultades a las que se enfrentan como la falta de recursos.
Respecto de la educación, las madres y abuelas plantearon cómo eso era algo negado para ellas, sin embargo demostraron su orgullo de que sean los niños y las niñas los que ahora tengan la posibilidad de recurrir a la escuela, a una “muy otra” escuela, la Escuela Autónoma Zapatista. Allí se imparte una educación enfocada en la diversidad de sus culturas indígenas, donde se analiza su historia y se preparan para ser futuras autoridades a fin de continuar con su proyecto autónomo. Destacaron otros tiempos, los tiempos de una educación que se enfoca en los intereses de los niños y no en la estratificación de los conocimientos, en la relación de los contenidos con la propia práctica, como el trabajo con la tierra y en la revalorización de su lengua materna, su historia, su cultura y sus derechos.
Las voces de las niñas zapatistas María Linda y Marina se llevaron los mayores aplausos por la fortaleza de sus palabras, la conciencia respecto a la situación de los padres y los cambios que de su lucha agradecen ya que ahora pueden vivir sus derechos dignamente. María Linda comenzó planteando que hablaría de su forma de vivir. Esta nueva forma de vivir se aleja de los relatos de las anteriores mujeres. Esta vez se ven las fortalezas de su proyecto autónomo en la vida de los niños. María Linda planteó “Yo, como niña, tengo derecho para hacer todo lo que quiero. Mi papá y mi mamá no me las impiden las actividades… Me han dado derecho de estudiar en las escuelas autónomas para que aprendo mejor… Me han dado de derecho de salir a pasear, de jugar, de saltar, de bailar en las fiestas cuando para mí es necesario divertirse”. Y concluyó diciendo “esos derechos serán las mejores armas para defenderme y seguir luchando”. Marina, de ocho años, también compartió sus palabras, los derechos que sus padres le reconocen como “cantar, bailar y divertirme” y continuó “yo me siento muy orgullosa de ser zapatista […] porque ya estamos acostumbrados con la resistencia, porque es la mejor arma para nosotros”.
El día 31 de diciembre concluyeron con las exposiciones de los caracoles y abrieron el espacio para que puedan hablar otras mujeres. Allí la comandancia leyó cartas de mujeres de México y de otras partes del mundo. Palabras de presas políticas, como Mariana Selva y Edith Rosales, las presas de Amate en Cintalapa, de Chiconautla, de Valladolid, España, y de Sainz, Turquía. Se escucharon atentamente las palabras de Trini de Atenco, de Martha de Chihuahua, de Meche de Tláhuac. Un encuentro que no sólo sumó presencias sino también ausencias que fueron recordadas en todo momento, un llamado a la lucha por la liberación de las presas políticas de todas partes del mundo.
El encuentro también dejó nuevas consignas, la necesidad de organizarse como mujeres en la lucha por una verdadera reivindicación de los derechos femeninos y la igualdad de género, una lucha que es también la lucha contra el neoliberalismo y la lucha por la defensa de sus construcciones. Fue un llamado, a su vez, a la solidaridad de los pueblos del mundo con los pueblos zapatistas. Se reiteraron las palabras de Marcos pronunciadas en el coloquio internacional: la necesidad de que el mundo sepa la violencia militar y paramilitar que viven a diario en sus comunidades y que la defensa de su autonomía será inquebrantable.
“Que este tercer encuentro obtengamos fe, ánimo y seguir adelante compañeras de La Otra Campaña, de México y del mundo. Conocer que la lucha es entre todas, de hombres y mujeres […] y ánimo pues, compañeras. Porque nosotras somos comisionadas nada más y si fuera que venimos todos no vamos a caber en un mundo”, concluyó la compañera Amanda el último día del encuentro.
México, D. F., 13 de enero de 2008
Texto y fotografías
Natalia De Marinis
Estudiante de la Maestría
en Antropología Social (CIESAS-DF)
nataliademarinis@hotmail.com
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