El Sistema de Centros Públicos de Investigación

El 28 de febrero de 1992, la Secretaría de Educación Pública emitió un oficio con la propuesta de establecer una dirección adjunta en el Conacyt, que atendiera a varias instituciones académicas en este país que tenían diferente adscripción de la SEP, diversa localización geográfica, orientación, etc. El documento fue atendido debidamente y su junta directiva autorizó el establecimiento de dicha di­rección adjunta y así se dio origen al grupo llamado Sistema de Centros SEP Conacyt.
El citado oficio produjo un fenómeno académico único y ejemplar en el país: integrar orgánicamente a 27 instituciones a un pivote administrativo.
Lo relevante del hecho que vale la pena enfatizar, es que no existió un plan estratégico previamente concebido por expertos para dicha integración, tampoco un acto protocolario del nacimiento del modelo de integración educativo que se estaba creando, no se develó pla­ca alguna ni se colocó la primera piedra o se erogó un fastuoso presupuesto que anunciara la buena nueva. La prensa no destacó el hecho como relevante y en ese momento tampoco fue necesaria la participación de la Cámara de Diputados para el naciente sistema. Pero el hecho se dio: se creó la dirección adjunta y se nombró en un principio a un coordinador, que actualmente es un director adjunto, cuyas funciones son de lo más complejas y con un modesto reconocimiento público, a diferencia de lo que prevalece y se estila en el medio mexicano.
El reto de integración era fenomenal:­ el sistema debía integrar colegios, centros de investigación, institutos; a­de­más, su naturaleza jurídica era varia­da (asociaciones civiles, sociedades ci­viles, corporativos, fideicomisos). El modelo también los aglutinó sin importar que desde un punto de vista laboral algunas instituciones coticen al Seguro Social y otras al ISSSTE, y todavía más, todas po­seen una pesada normatividad dada por su carácter de entidades paraestatales.
La integración se hizo con tal elegancia que sólo bastó la buena voluntad y disposición de los directores de las instituciones para crear e impulsar de manera orgánica un naciente modelo de conjunción de sinergias. Esto nos lleva a considerar que en nuestro país se pueden crear nuevas opciones para impulsar el conocimiento, sin necesidad de complicados procesos que demandan una gran cantidad de tiempo, amén de tramitologías. De hecho, el mayor logro del modelo fue la capitalización del tiempo a favor de la ciencia.
El pasado 4 de julio hubo un evento académico en el que se conmemoró el XV aniversario del citado comunicado de la SEP y del establecimiento del ahora llamado Sistema de Centros Públicos de Investigación Conacyt, apadrinado por la conferencia magistral del Dr. Mario Molina, Premio Nobel y la participación de los titulares que le dieron origen como pilares responsables al citado sistema: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Educación Pública, quienes expusieron sus ideas respecto al sistema.
El evento dejó en claro que el citado modelo que se hubiera anticipado como prácticamente imposible de integrar, se ha consolidado en gran medida, ya que el sistema entregó a la sociedad notorios resultados, entre los que resaltan:

1) su eficacia en el proceso de descen­tralización de la ciencia y la tecno­logía del país: hay centros del siste­ma en 24 estados, en más de 42 ciudades, y esto lo convierte de ma­nera automática en un sistema nacional;
2) que integra dentro de su claustro de académicos a 1,196 miembros del Sistema Nacional de Investigadores, lo cual como sistema lo convierte en la segunda institución en el país con esa membresía;
3) que tiene una gran capacidad para vincularse con el sector social, pues en el 2006 reportó 208 978 servicios proporcionados;
4) que en el aspecto educativo posee 80 posgrados de excelencia, lo cual le permitió graduar en un año a 265 doctores y 719 maestros en ciencias;
5) que en el 2006 publicó 6,753 artícu­los científicos arbitrados y 237 libros.

Estos datos adquieren mayor sentido si se menciona que este sistema de centros se encuentra agrupado en tres núcleos básicos: los centros que desarrollan tecnologías y servicios, los que cultivan las ciencias sociales y humanidades, y los de ciencias exactas y naturales.
Es de resaltar, de manera sorpren­den­te, que cada uno de los centros, ade­más de su junta directiva que seña­la la Ley de Entidades Paraestatales, tie­ne un comité externo de evaluación autó­nomo, consti­tuido por destacados empresarios, miembros del sector social o científicos miembros de la comunidad académica nacional o de otros países, quienes en forma autónoma de los cuerpos colegiados y de manera independiente, realizan la evaluación de las actividades académicas del centro e informan a las juntas de gobierno al menos una vez al año, de manera di­recta y a través de quien preside el comité, sobre la calidad y el desempeño del cen­tro.
Entre las numerosas fortalezas de este sistema, destacan algunos de sus proyectos en red, como el de las colecciones biológicas que poseen. Aquí también resalta el éxito de la descentralización, ya que se encuentran depositadas en los lugares donde está la biodiversidad, esto es, en estados como Baja California, Campeche, Chiapas, Michoacán, Quintana Roo, Sonora, Veracruz, Yucatán, entre otros, con expertos curadores de las mismas, y consultadas y referidas por científicos tanto en el país como en el extranjero. En estas colecciones hay herbarios, jardines botánicos, ceparios de hongos, bancos de semillas, coleccio­nes de insectos, serpientes, peces, mamí­feros, bentos costeros, corales, y otras colecciones. Esta red es referente obligado para cualquier estudioso de la biodiversidad de México.
El sistema no tiene una vocación específica y no fue creado para atender una necesidad política. Quizás, una de las cualidades más señaladas de sus cuerpos académicos es que su personal no proviene del propio centro: la endo­gamia académica es muy baja. En el mismo tenor resalta el hecho de que en algunos centros se ha invitado a destacados académicos de otras instituciones educativas del país para que asuman la responsabilidad como directores generales quienes al término de su gestión se reintegran a su institución de procedencia. Esta apertura al más alto nivel da idea de la plasticidad y la forma de operar de este sistema, que parecería imposible en el sistema mexicano.
Definitivamente, es importante estudiar este modelo único en el país, que ha sido capaz de integrarse con una gran dinámica y ha demostrado y concretado logros importantes.
El mensaje final de lo presentado en el XV aniversario de este sistema es la disposición de los científicos, ingenieros, tecnólogos, técnicos, laboratoristas y curadores, que integran estos centros, de tomar los riesgos necesarios para potenciar de una manera muy novedosa este modelo, que ciertamente, demanda el mayor apoyo posible de las autoridades de este país, para que siga su ruta de mejora continua, para apoyar el desarrollo científico y tecnológico de México.

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