REvistas. Allpanchis, núm. 43/44, año 1994.


El mes anterior me refería en esta sección REvistas al reto que enfrentamos los científicos mexicanos en el contexto actual con respecto a la definición del tipo de ciencia y tecnología a desarrollar para posicionarnos en la agenda nacional. En las deliberaciones del congreso en diciembre del año pasado para la aprobación del presupuesto destinado a ciencia y tecnología quedó de manifiesto que la Secretaría de Hacienda, el Conacyt y los mismos legisladores no tienen claro cuál es y debe ser el papel que juegue la ciencia y la tecnología en el desarrollo de México. No obstante, un compromiso legal y político de destinar a este rubro al menos un punto porcentual del PIB, a quienes toman este tipo de decisiones aún no queda claro cuáles son las ventajas de tener un sector científico vigoroso como motor del cambio social y productivo del país. Éste no es el caso de los otros grandes competidores de la economía mexicana en el escenario mundial, como son China en Asia y Brasil en Sudamérica por mencionar solo dos puntos de comparación. Estoy conven­cido que la antropología y las ciencias sociales tienen mucho que ganar abriendo su agenda de investigación y docencia a las contribuciones y producción de los países del sur, y entre ellos a los países donde se habla español. Estoy tratando de reparar y compensar una disposición cultural a ver con admiración y prestar ampliada atención a los desarrollos científicos de los países del norte.
Hay en la América Latina, un sin nú­me­ro de tradiciones aca­démicas emanadas de procesos culturales que dieron lugar a la producción cien­tífica novedosa. Uno de tales productos más ampliamente reconocidos es la teoría de la dependencia. Otro de ellos es la formulación de una política pública de in­te­gración diseñada a partir de la composición multiétnica de nuestras naciones conocida como indigenismo. En el campo de la fisiología humana, tenemos el caso de las contribuciones de médicos peruanos y de otros países andinos al conocimien­to de la adaptación a la vida en las grandes alturas. ¿Qué circunstancias genéricas auspiciaron el desarrollo de grupos de investigación y el vigor de sus interpretaciones científicas? ¿Qué relaciones y nexos hay o hubo entre los trabajos de los científicos latinoamericanos y los centros hegemónicos de la ciencia y la tecnología en los países del norte? Éstas son cuestiones muy relevantes para abordar hoy la redefinición de la naturaleza y objetivos de la ciencia y la tecnología.
La revista Allpanchis que ahora comento es editada por el Instituto de Pastoral Andina, con sede en Cusco, Perú. El número –conmemorativo de los 25 años de la revista– recoge las intervenciones en una reunión dedicada a reflexionar sobre “El futuro de los Andes”. He encontrado en este número un texto de Gustavo Gutiérrez, que reproduce en español la conferencia impartida con ocasión del doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad de Montreal (Canadá) en 1993. Este texto abona a la reflexión que he enunciado arriba sobre el desarrollo científico en un contexto dado.
El artículo se titula “Opción por los pobres. Evaluación y desafíos”. Gustavo Gutiérrez abre el artículo con la siguiente sentencia: “La opción preferencial por los pobres es la contri­bución más importante, en nuestro tiempo, de la vida y la reflexión de los cristianos de América Latina a la conciencia eclesial universal”. Gustavo Gutiérrez es un sacerdote peruano, reconocido como uno de los pioneros y contribuyentes a una reflexión intelectual de la fe y creencia cristiana conocida como “la teología de la liberación”. Esta es una interpretación intelectual de concep­tos e ideas religiosas a partir de un con­­texto social e histórico. Esta reflexión de los teólogos –un tipo de producción académica en sentido estricto– conducirá posteriormente a un pronunciamiento de los obispos latino­americanos en Medellín (1968), estableciendo una serie de prioridades para llevar a la práctica aquellas reflexiones. Digámoslo en un lenguaje genérico de la ciencia y la tecnología, el autor se está refiriendo a cómo una construcción teórica elaborada por expertos se va a traducir en expresiones prácticas para la vida social.
En su conferencia, que reproduciré in­te­gra para los lectores del Ichan en internet,­ el Padre Gutiérrez enuncia en forma muy didáctica para nuestro propósito los antecedentes y circunstancias históricas que propiciaron tanto la reflexión teórica conoci­da como teología de la liberación, como su traducción a la práctica definida como “opción pre­ferencial por los pobres”. El papa Juan XXIII convocó a los obispos de todo el mundo para que se reunieran en Roma para tratar en el Concilio Vaticano II tres grandes asuntos: a) la apertura de la Iglesia católica al mundo moderno, b) sus relaciones con otras iglesias y c) su postura ante las condiciones de pobreza en los países subdesarrollados. En el concilio se abordaron más extensamente los dos primeros temas, por la presencia e influencia de los obispos de Europa y Norteamérica. El tercero, a pesar del empuje del cardenal Lercaro, arzobispo de Bolonia, no tuvo la misma repercusión que los primeros en los documentos oficiales del Concilio. Esta reflexión se llevó a cabo tres años más tarde en la reunión de obispos latinoamericanos en Medellín, Colombia, cuyos dos grandes temas fueron la pobreza y la liberación. El estudio de tales eventos de producción intelectual y de definición de políticas públicas en diferentes áreas del conocimiento en la América Latina es sin lugar a dudas un acicate para reconsiderar hoy el quehacer científico en los países subdesarrollados y su contribución al cambio de dichas condiciones.


Roberto Melville
Investigador del CIESAS-DF
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