Francisco Villa: del mito oral al cinematográfico
La Revolución es un acto histórico y,
no obstante, negador de la historia,
el tiempo nuevo que instaura
es una restauración del tiempo original
Octavio Paz
no obstante, negador de la historia,
el tiempo nuevo que instaura
es una restauración del tiempo original
Octavio Paz
El 25 de octubre de 2006, en un acto simbólico, representativo de lo que fue el gobierno de Vicente Fox, el entonces presidente canceló el sacramental desfile del 20 de noviembre con el que se conmemoraba el nonagésimo sexto aniversario del inicio de la Revolución de 1910. El vocero presidencial, Rubén Aguilar, declaró: “Lo que se quiere es replantear la pertinencia de mantener ‘viejos ritos’ y revalorar su sentido histórico” (La Jornada). Este acto sorprendió: ¿Es posible cancelar por decreto gubernamental el rito anual que recuerda al mito fundacional del México moderno? “La Revolución es la vuelta al tiempo del origen, antes de la injusticia…” (Paz), esto es lo que se rememora; la fuerza del mito en el imaginario popular es superior al deseo de un gobierno; no basta ocultarlo para que no exista.
La Revolución mexicana ya es una venerable anciana cercana a cumplir los cien años de edad, pero se mantiene laboriosa y goza de excelente salud. Así lo confirman los libros que sobre el tema se han publicado en nuestro país en la última década (1997-2007): Álvaro Matute, Aproximaciones a la historiografía de la Revolución mexicana, (Instituto de Investigaciones Históricas, unam, 2005), texto que contribuye a reflexionar sobre “la historia de la escritura de la historia” y, en algún sentido, en torno al mito. Del robusto tronco historiográfico sobre el mito fundacional se desprenden las tupidas ramas de otros mitos particulares: el zapatismo y el villismo. Primero estaría el Pancho Villa de Frederich Katz (Editorial Era, 1998), que es la primera obra de interpretación sociológica sobre el villismo en la que se intenta separar mito e historia. Después, La Revolución mexicana. Memoria, mito e historia de Thomas Benjamin (Taurus, 2003), donde el autor realiza una amplia revisión del movimiento armado, para concluir que, parafraseando a José Revueltas, la Revolución no es materia inerte y “será honrada en la memoria, en el mito y en la historia”.
Está Francisco Pineda Gómez, La irrupción zapatista, 1911 (2001) y La revolución del sur (2005), libros publicados por Editorial Era: conforman una historia épica que recupera la palabra de los zapatistas; en el primero narra el nacimiento del movimiento campesino y, en el segundo, la lucha armada contra Madero y Huerta hasta la toma de la ciudad de México a fines de 1914; está preparando un tercer libro que llegará hasta la muerte del Caudillo del Sur. Se publicó la polémica novela de Pedro Ángel Palou, Zapata (Planeta, 2006): el autor ambiciona dibujar un Zapata “más humano”, pero nos muestra un campesino “intelectual”. De Pedro Salmerón, La División del Norte (Planeta, 2006); como su autor apunta, es una historia del proceso de formación y conformación del ejército popular más grande que haya existido en América Latina, de quiénes eran los villistas, por qué hicieron la Revolución, cómo la hicieron y qué esperaban, entre otros asuntos. Finalmente, el libro de Paco Ignacio Taibo, Pancho Villa. Una biografía narrativa (Planeta, 2006), un retrato psicológico que el autor escribió fascinado por el personaje, que ha vendido más de cien mil ejemplares y cuenta con un buen número de reseñas.
Como parte de esta generación historiográfica, el año pasado se publicó la segunda edición de Pancho Villa, la construcción del mito, de Miguel Ángel Berumen (Océano, Cuadro por cuadro, 2006), investigación que “…trata de contestar cuatro preguntas: cómo y cuándo se construyó el mito de Pancho Villa; cuál fue el papel que jugaron las imágenes fotográficas y cinematográficas, así como la tradición oral, en ese proceso”. La hipótesis del autor ubica el nacimiento del mito en el periodo 1913-1914; primero como parte de la tradición oral y su desarrollo posterior, a partir de enero de 1914 a través de los medios. Son varios los aspectos de interés en esta obra pues no intenta desmitificar al personaje; por el contrario, es un esfuerzo por recoger lo que la gente del pueblo decía del él, lo que se materializó en anécdotas, leyendas e historias que pasaron de boca en boca. Más tarde cómo la intervención de los medios estadounidenses, de la fotografía y el cine, dieron cuerpo y consistencia al mito, hasta alcanzar el rango de un “icono universal”, del guerrero invencible, que perdura hasta la fecha en el imaginario popular. Es la historia de un mito.
El libro está dividido en dos partes; la primera se refiere a la construcción del mito y, además, narra la historia de la fotografía más famosa del guerrillero, en la que se le ve cabalgando al frente de sus hombres, poco antes del triunfo de Ojinaga. La segunda se refiere a la forma como fue visto por sus contemporáneos, exposición que se realiza exclusivamente con material iconográfico, al cual se le han agregado pies de página, que son comentarios de aquellos y aquellas que lo conocieron (Dr. Atl, Luz Corral, Juan Barragán).
Un excelente libro. Lo confirman las fuentes tanto iconográficas como documentales, la bibliografía especializada en este tema en particular, los artículos, la hemerografía nacional, estadounidense y europea, el número de archivos consultados en el país y en Estados Unidos. Pero además la construcción metodológica, lo que contribuye a que los lectores podamos ser testigos del proceso de nacimiento y desarrollo del mito de Pancho Villa, a través de imágenes ordenadas con un criterio narrativo y argumental. Además la edición es de lujo y el precio muy accesible.
Dentro de tres años, aproximadamente, se celebrará el primer centenario de la gesta revolucionaria de 1910, junto con el bicentenario de la Independencia. Todo parece indicar que, conforme se acerque la fecha centenaria, los coloquios, foros, las polémicas y las nuevas y viejas interpretaciones, las revisiones, las celebraciones, los reconocimientos, la publicación de artículos en revistas especializadas, las entrevista a los autores, la edición de libros, etcétera, habrán de ir en aumento y de nuevo el mito revolucionario, que no es otra cosa que el mito del eterno retorno volverá a renacer y con ello el imaginario popular habrá de entrar en efervescencia o es que ¿la celebración de la Revolución de 1910 -como dijo el vocero presidencial- es un “viejo rito” que ya no vale la pena rememorar?
Miguel Ángel Berumen, Pancho Villa, la construcción del mito. México, Océano, Cuadro por Cuadro, 2006. 200. pp.
Hugo Azpeitia
Investigador CIESAS-DF
hugo@ciesas.edu.mx
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