Cinemantropos. Cinco días para vengarse (Oldboy del Sur, 2003)

DAE-SUN es un hombre gregario que tras una noche de copas despierta encerrado en una habitación desconocida. Incapaz de escapar a este confinamiento, teniendo como único contacto con el mundo exterior una rendija por la cual sus captores introducen comida y una televisión, el protagonista permanece aislado durante 15 años. Sin saber quién lo puso allí ni cuáles fueron sus motivos Dae-sun ve pasar el tiempo, mientras que el ánimo de venganza crece en su interior.
Al término de este periodo, en circunstancias igualmente desconocidas, Dae-sun es liberado. Recibe un traje, un celular y dinero. Su anónimo captor lo llama para invitarlo a descubrir su identidad y a cobrar venganza.
La premisa de arranque de Oldboy –película del ahora realizador de culto Chan-wook Park– da lugar a una persecución delirante, en la que el espectador irá descubriendo junto con Dae-sun una terrible verdad. Si le interesa verla, le sugiero omitir el siguiente recuadro, no quisiera echarle a perder el suspenso.

Sabemos que los relatos (incluidos los cinematográficos) revelan el esquema de pensamiento, los valores, temores, deseos y obsesiones de una cultura. En este sentido, Oldboy hace hincapié en tres aspectos de la vida social y la jerarquía que éstos mantienen entre sí: el incesto, los rumores y la venganza ¿Qué resulta más terrible en el mundo de estos personajes? ¿Qué clase de ofensa puede ser motivo de la más cruel vendetta? ¿Qué nos dice esto sobre la cultura de origen que ha generado el relato? La película borda sobre fenómenos de gran interés para la antropología, sin duda alguna.


Oldboy abreva en una gran diversidad de textos, de las tragedias griegas a la cultura pop. Todo cabe en esta historia y el espectador, sumergido en esta misma licuadora, acompañará a Dae-sun en su carrera para encontrar al victimario.
La película, parte de una trilogía donde la venganza es el plato principal, ha sido premiada a lo largo de todo el mundo, pero quizás su mejor premio es permane­cer en la memoria de quien la ve; más que por sus escenas violentas, advierto que son varias, quizás porque los protagonistas son movilizados por pasiones humanas en estado puro, como en una tragedia clásica puesta al día.
Los interesados en ver esta gran pe­lícula, podrán acceder a ella en las cadenas comerciales de venta y renta de costumbre.

Karla Paniagua Ramírez
Egresada de la Maestría en
Antropología Social (CIESAS-DF)
Profesora de la Universidad del
Claustro de Sor Juana
kpaniagua@hotmail.com

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