El CIESAS ha cultivado desde hace dos décadas la formación del campo de estudios sobre familias. En él, algunos investigadores hemos desarrollado estudios sobre aspectos de la problemática de las familias en nuestro país. Los enfoques utilizados han variado: las familias han sido observadas a partir de la perspectiva de la reproducción, de las estrategias de sobrevivencia, de las pautas socioculturales, entre otras; también se les ha analizado utilizando otros conceptos, además del de familia, como el de los grupos o unidades domésticas o el hogar. Este desarrollo ha sido continuo, por lo cual, a lo largo de los años, se ha podido consolidar esta veta de investigación que ha tenido un impacto no sólo en la producción de importantes publicaciones sino también en los programas docentes y de vinculación con otras instituciones.
Entre los proyectos que se han desarrollado se encuentra el de La Familia en la Sociedad Contemporánea: Una Revisión Analítica el cual inicié hace diez años. Este proyecto nació de la inquietud por ampliar mi marco conceptual así como por lograr una mejor comprensión de la evolución de las formas familiares y de estructuración del parentesco en nuestro país. A partir de una revisión de la literatura escrita en distintas disciplinas pude constatar que la mayoría de los estudios sustentaba una visión más acotada de la familia, circunscrita fundamentalmente al ámbito disciplinario en el que se desarrollaba. De esta forma, los estudios antropológicos raramente hacían referencia a los enfoques y aportaciones arrojados por los estudios históricos; los trabajos sociodemográficos no incorporaban los resultados ofrecidos por aquellos de corte antropológico, etc. En consecuencia, las visiones que inevitablemente arrojaban tendían a ser fragmentadas y limitadas. Lo que esto revelaba era una escasísima conexión entre las disciplinas, una ausencia de puentes inter o transdisciplinarios en lo que respecta al estudio de las familias a favor de una tendencia hacia la compartimentalización.
Esta preocupación que, quizá para algunos en primer momento, parecería de carácter teórico o especulativa, tiene repercusiones muy importantes en el campo de la investigación. En el caso de nuestro país, cuando tratamos de comprender cuáles son y han sido las tendencias prevalecientes en lo que se refiere a la estructuración de las formas familiares, nos topamos con muchas dificultades. Una de las más importantes proviene de este encapsulamiento conceptual y empírico de las distintas disciplinas cuando hacen investigación de las familias mexicanas. En esta escasez de conexión subyace (o así pareciera) una ausencia de interés –al menos desde el punto de vista sociológico– por hacernos preguntas de mayor alcance sobre la familia. No sólo qué es y cómo podemos definirla, sino cuáles han sido las formas de familia que se han presentado a lo largo de la historia en nuestro país y cómo han evolucionado o cambiado. Reconociendo las importantes contribuciones que cada disciplina ha arrojado desde su propio bagaje teórico y de investigación, intenté desarrollar con este proyecto una perspectiva de convergencia entre la antropología, la demografía, la historia y la sociología, privilegiando el punto de vista de esta última. A partir de dicha perspectiva, me propuse como objetivo ofrecer una visión más amplia sobre el desarrollo de algunas de las formas familiares en nuestro país, en particular de la familia nuclear, compuesta por la pareja adulta y sus hijos viviendo bajo un mismo techo, desde el momento de la conquista española hasta nuestros días.
El estudio de la evolución o desarrollo de la familia nuclear es resultado también de una segunda inquietud. En el lenguaje académico y también del sentido común es frecuente la referencia a ella pero de forma imprecisa y vaga. En efecto, a menudo escuchamos que la familia (se entiende nuclear) es la célula de la sociedad; los historiadores hacen referencia a ella en sus investigaciones sobre la vida cotidiana; los antropólogos en sus monografías invariablemente incluyen, dentro de la sección sobre la organización social, un apartado sobre el parentesco en el cual describen los tipos de familias y refieren a menudo a la presencia de la familia nuclear; y los demógrafos, al remitirse a los hogares como una forma en que la familia se expresa como un grupo de parentesco corresidente, también hacen alusión a ella. De los aportes de dichos estudios, deriva la conclusión de que la familia nuclear ha sido una realidad que se presenta en forma frecuente y abundante en distintos periodos históricos, clases y grupos sociales. La encontramos en la época de la Colonia como en el siglo XX, en los estratos pobres y ricos y en las zonas urbanas y rurales. Este panorama, debo decir, no es nada alentador cuando tratamos de comprender la especificidad empírica y conceptual de la familia nuclear, cuando tratamos de individuar su significado. ¿La familia nuclear que se presenta en el siglo XVII es igual a aquella que se presenta en la década de los cincuenta?; y ¿esta última es igual a la que encontramos a principios del siglo XXI? La familia nuclear que observan los antropólogos en los pueblos indígenas es igual a la que encontramos en las clases medias? Aunque por sentido común sabemos que no lo es, ha faltado realizar investigaciones que permitan aclarar sus diferencias y particularidades. Para ello se requeriría de la construcción de un marco analítico amplio que comprendiera los factores sociales, económicos, demográficos, históricos, políticos y culturales que influyen en sus configuraciones. Necesitaríamos también nutrir la investigación con las contribuciones arrojadas por otras disciplinas diferentes a la propia.
En general, se ha avanzado en el conocimiento de algunos de los factores que han influido en la vida familiar en sentido amplio. De tal manera que hoy sabemos más sobre algunos aspectos y su impacto en ella: por ejemplo, de la dinámica demográfica se han desarrollado conocimientos sobre los cambios en la fecundidad, en la mortalidad y en la nupcialidad; por el desarrollo de los estudios históricos tenemos información sobre el impacto de la conquista española en la conformación de las familias; por el análisis económico conocemos más acerca de las influencias ejercidas por los cambios en los mercados de trabajo y de los modelos de desarrollo económico sobre ellas; también hemos incrementado nuestros conocimientos acerca de la evolución de la legislación relativa a la familia, etc. Sin embargo, estos conocimientos han sido referidos en forma genérica a la vida familiar o a la familia en general. No ha habido intentos por especificar sobre qué tipos de familia surgen a partir de dichas influencias. De ello deriva, en parte, la confusión y vaguedad existente acerca del significado de la familia nuclear.
Estas dos inquietudes han sido retomadas y me han orientado en la elaboración de un libro que será próximamente publicado bajo el título La familia nuclear en México: lecturas de su modernidad. La tesis central que propongo es que se ha dado un proceso de nuclearización desde la época colonial hasta nuestros días, pero que este proceso hay que entenderlo de distintas maneras, tomando en cuenta tres dimensiones analíticas de la familia: estructura, relaciones internas y relaciones de parentela. Estas tres dimensiones nos permiten captar en un sentido amplio la vida familiar en su conjunto puesto que no sólo toma en cuenta el nivel del núcleo individual, sino también cómo se estructuran las relaciones que se dan en su seno y qué relaciones se establecen con la parentela. Pero estas tres dimensiones es necesario mantenerlas analíticamente separadas puesto que la familia puede asumir, en un periodo histórico particular, una estructura nuclear y desarrollar al mismo tiempo relaciones internas familiares de tipo extenso o con un contenido sociocultural que acentúa los rasgos comunitarios; asimismo, puede guardar unas relaciones con la red de parientes muy particular y que contradice las ideas propuestas por los sociólogos clásicos. Si distinguimos estas tres dimensiones, se podrá comprender por qué, por ejemplo, la estructura nuclear aparecía en la Colonia pero tenía un contenido distinto en cuanto a sus relaciones familiares internas. Las posibilidades que ofrece este marco analítico son enormes. No sólo permite aclarar las confusiones y la falta de precisión que se observan en muchos estudios cuando hablan de la presencia de la familia nuclear sino que también permite incorporar variados marcos interpretativos desarrollados en disciplinas como la antropología, la sociología, la demografía y la historia.
De manera más precisa la tesis sobre la nuclearización se presenta de la siguiente manera. Durante la Colonia se dio un proceso de este tipo en el sentido que, desde el punto de vista de su estructura, la familia nuclear se difundió de manera más amplia entre la población. Este proceso de nuclearización no supuso que la familia nuclear, en el sentido moderno descrito por los clásicos, se haya desarrollado en México durante esa época y por esta razón, aunque pueda hablarse de su presencia desde el punto de vista estructural, no hay que confundirla con otros significados que ha tenido en periodos históricos posteriores. La presencia de la estructura nuclear continuó presentándose desde la Colonia hasta nuestros días. Sin embargo, si durante la época colonial se observó un proceso de nuclearización desde el punto de vista estructural, a fines del siglo XIX se presenta un proceso de nuclearización desde el punto de vista de sus relaciones internas. Es en este momento que podemos decir que comenzó a desarrollarse la familia nuclear moderna, como ethos sociocultural. Ésta apareció en los grupos socioeconómicos más altos. En el siglo XX, este tipo de familia se desarrolló aún más, desde el punto de vista de sus relaciones internas. En este desarrollo distingo tres momentos históricos (de 1900 a 1950, de 1950 a 1970 y de 1970 a 2000) en que sus relaciones internas adquirieron distintas connotaciones de modernidad.
Por otra parte, a pesar de que, desde el punto de vista sociocultural, de sus relaciones internas, se presentó la familia nuclear, las relaciones del núcleo con la parentela siguieron mostrando vínculos muy cercanos, por lo cual no podemos decir que éstas se hayan debilitado o desaparecido. En consecuencia, nuestras familias nucleares se distinguen del modelo de familia nuclear desarrollado por los clásicos de la sociología de la familia para las sociedades occidentales. A la par que han desarrollado importantes rasgos asociados a la modernidad, tiene rasgos muy particulares, como el familismo y la importancia de la red de parientes, que las distinguen de ese modelo.
Del proyecto de investigación que he realizado en los años pasados han derivado también otros resultados. Con el propósito de ampliar y consolidar el campo de estudios sobre la familia así como también establecer una vinculación con su campo de aplicación, he desarrollado varias actividades. En primer lugar, en lo que se refiere a la formación de recursos humanos, he dirigido tesis de licenciatura y maestría ligadas a esta temática. Asimismo, durante los años 2005 y 2006 organicé un seminario sobre familia con estudiantes con el fin de establecer un espacio de formación especializada en esta área. En segundo lugar, con la finalidad de difundir y articular de manera más precisa los conocimientos generados en esta área de estudios, organicé en 2005 un congreso internacional sobre la temática de las fortalezas familiares. A este congreso asistieron alrededor de ciento cincuenta estudiantes, investigadores, profesionales y diseñadores de políticas públicas de los cinco continentes, interesados en el tema de familia. Como resultado de ello, se elaboró un disco compacto que reune las ponencias presentadas y un video que presenta entrevistas realizadas a algunos de los participantes. En tercer lugar, este proyecto también ha generado varias publicaciones. Además del libro que mencioné, se elaboró otro titulado Fortalezas y desafíos de las familias en dos contextos: Estados Unidos de América y México. Este libro tuvo como propósito difundir la perspectiva de las fortalezas de las familias en nuestro país, desarrollada principalmente en los Estados Unidos, y a la vez presentar estudios de académicos mexicanos que intentaban aplicarla. En cuarto lugar, desde el punto de vista de la vinculación del quehacer académico con el campo de aplicación, en estos años se ha buscado establecer una relación con aquellas instituciones encargadas de atender a las familias. Entre ellas destaca el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), el cual participó tanto en la organización del congreso como del libro sobre las fortalezas, indicados antes. La relación con esta institución, como también con el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), ha implicado, por mi parte, la evolución de una perspectiva más sensible a los intereses institucionales más empíricos sobre la familia.
El desarrollo de este tipo de proyectos en el CIESAS ha mostrado, a lo largo de estos años, una contribución a la consolidación del campo de estudios de familia. En el corto y mediano plazo esta línea seguirá desarrollándose aún más. Como continuación de mi interés por contribuir a su desarrollo, pretendo realizar en los próximos años otra investigación dedicada ahora a profundizar en el conocimiento de las relaciones filiares internas. En particular desarrollaré un proyecto sobre educación familiar y competencia social adolescente.
Entre los proyectos que se han desarrollado se encuentra el de La Familia en la Sociedad Contemporánea: Una Revisión Analítica el cual inicié hace diez años. Este proyecto nació de la inquietud por ampliar mi marco conceptual así como por lograr una mejor comprensión de la evolución de las formas familiares y de estructuración del parentesco en nuestro país. A partir de una revisión de la literatura escrita en distintas disciplinas pude constatar que la mayoría de los estudios sustentaba una visión más acotada de la familia, circunscrita fundamentalmente al ámbito disciplinario en el que se desarrollaba. De esta forma, los estudios antropológicos raramente hacían referencia a los enfoques y aportaciones arrojados por los estudios históricos; los trabajos sociodemográficos no incorporaban los resultados ofrecidos por aquellos de corte antropológico, etc. En consecuencia, las visiones que inevitablemente arrojaban tendían a ser fragmentadas y limitadas. Lo que esto revelaba era una escasísima conexión entre las disciplinas, una ausencia de puentes inter o transdisciplinarios en lo que respecta al estudio de las familias a favor de una tendencia hacia la compartimentalización.
Esta preocupación que, quizá para algunos en primer momento, parecería de carácter teórico o especulativa, tiene repercusiones muy importantes en el campo de la investigación. En el caso de nuestro país, cuando tratamos de comprender cuáles son y han sido las tendencias prevalecientes en lo que se refiere a la estructuración de las formas familiares, nos topamos con muchas dificultades. Una de las más importantes proviene de este encapsulamiento conceptual y empírico de las distintas disciplinas cuando hacen investigación de las familias mexicanas. En esta escasez de conexión subyace (o así pareciera) una ausencia de interés –al menos desde el punto de vista sociológico– por hacernos preguntas de mayor alcance sobre la familia. No sólo qué es y cómo podemos definirla, sino cuáles han sido las formas de familia que se han presentado a lo largo de la historia en nuestro país y cómo han evolucionado o cambiado. Reconociendo las importantes contribuciones que cada disciplina ha arrojado desde su propio bagaje teórico y de investigación, intenté desarrollar con este proyecto una perspectiva de convergencia entre la antropología, la demografía, la historia y la sociología, privilegiando el punto de vista de esta última. A partir de dicha perspectiva, me propuse como objetivo ofrecer una visión más amplia sobre el desarrollo de algunas de las formas familiares en nuestro país, en particular de la familia nuclear, compuesta por la pareja adulta y sus hijos viviendo bajo un mismo techo, desde el momento de la conquista española hasta nuestros días.
El estudio de la evolución o desarrollo de la familia nuclear es resultado también de una segunda inquietud. En el lenguaje académico y también del sentido común es frecuente la referencia a ella pero de forma imprecisa y vaga. En efecto, a menudo escuchamos que la familia (se entiende nuclear) es la célula de la sociedad; los historiadores hacen referencia a ella en sus investigaciones sobre la vida cotidiana; los antropólogos en sus monografías invariablemente incluyen, dentro de la sección sobre la organización social, un apartado sobre el parentesco en el cual describen los tipos de familias y refieren a menudo a la presencia de la familia nuclear; y los demógrafos, al remitirse a los hogares como una forma en que la familia se expresa como un grupo de parentesco corresidente, también hacen alusión a ella. De los aportes de dichos estudios, deriva la conclusión de que la familia nuclear ha sido una realidad que se presenta en forma frecuente y abundante en distintos periodos históricos, clases y grupos sociales. La encontramos en la época de la Colonia como en el siglo XX, en los estratos pobres y ricos y en las zonas urbanas y rurales. Este panorama, debo decir, no es nada alentador cuando tratamos de comprender la especificidad empírica y conceptual de la familia nuclear, cuando tratamos de individuar su significado. ¿La familia nuclear que se presenta en el siglo XVII es igual a aquella que se presenta en la década de los cincuenta?; y ¿esta última es igual a la que encontramos a principios del siglo XXI? La familia nuclear que observan los antropólogos en los pueblos indígenas es igual a la que encontramos en las clases medias? Aunque por sentido común sabemos que no lo es, ha faltado realizar investigaciones que permitan aclarar sus diferencias y particularidades. Para ello se requeriría de la construcción de un marco analítico amplio que comprendiera los factores sociales, económicos, demográficos, históricos, políticos y culturales que influyen en sus configuraciones. Necesitaríamos también nutrir la investigación con las contribuciones arrojadas por otras disciplinas diferentes a la propia.
En general, se ha avanzado en el conocimiento de algunos de los factores que han influido en la vida familiar en sentido amplio. De tal manera que hoy sabemos más sobre algunos aspectos y su impacto en ella: por ejemplo, de la dinámica demográfica se han desarrollado conocimientos sobre los cambios en la fecundidad, en la mortalidad y en la nupcialidad; por el desarrollo de los estudios históricos tenemos información sobre el impacto de la conquista española en la conformación de las familias; por el análisis económico conocemos más acerca de las influencias ejercidas por los cambios en los mercados de trabajo y de los modelos de desarrollo económico sobre ellas; también hemos incrementado nuestros conocimientos acerca de la evolución de la legislación relativa a la familia, etc. Sin embargo, estos conocimientos han sido referidos en forma genérica a la vida familiar o a la familia en general. No ha habido intentos por especificar sobre qué tipos de familia surgen a partir de dichas influencias. De ello deriva, en parte, la confusión y vaguedad existente acerca del significado de la familia nuclear.
Estas dos inquietudes han sido retomadas y me han orientado en la elaboración de un libro que será próximamente publicado bajo el título La familia nuclear en México: lecturas de su modernidad. La tesis central que propongo es que se ha dado un proceso de nuclearización desde la época colonial hasta nuestros días, pero que este proceso hay que entenderlo de distintas maneras, tomando en cuenta tres dimensiones analíticas de la familia: estructura, relaciones internas y relaciones de parentela. Estas tres dimensiones nos permiten captar en un sentido amplio la vida familiar en su conjunto puesto que no sólo toma en cuenta el nivel del núcleo individual, sino también cómo se estructuran las relaciones que se dan en su seno y qué relaciones se establecen con la parentela. Pero estas tres dimensiones es necesario mantenerlas analíticamente separadas puesto que la familia puede asumir, en un periodo histórico particular, una estructura nuclear y desarrollar al mismo tiempo relaciones internas familiares de tipo extenso o con un contenido sociocultural que acentúa los rasgos comunitarios; asimismo, puede guardar unas relaciones con la red de parientes muy particular y que contradice las ideas propuestas por los sociólogos clásicos. Si distinguimos estas tres dimensiones, se podrá comprender por qué, por ejemplo, la estructura nuclear aparecía en la Colonia pero tenía un contenido distinto en cuanto a sus relaciones familiares internas. Las posibilidades que ofrece este marco analítico son enormes. No sólo permite aclarar las confusiones y la falta de precisión que se observan en muchos estudios cuando hablan de la presencia de la familia nuclear sino que también permite incorporar variados marcos interpretativos desarrollados en disciplinas como la antropología, la sociología, la demografía y la historia.
De manera más precisa la tesis sobre la nuclearización se presenta de la siguiente manera. Durante la Colonia se dio un proceso de este tipo en el sentido que, desde el punto de vista de su estructura, la familia nuclear se difundió de manera más amplia entre la población. Este proceso de nuclearización no supuso que la familia nuclear, en el sentido moderno descrito por los clásicos, se haya desarrollado en México durante esa época y por esta razón, aunque pueda hablarse de su presencia desde el punto de vista estructural, no hay que confundirla con otros significados que ha tenido en periodos históricos posteriores. La presencia de la estructura nuclear continuó presentándose desde la Colonia hasta nuestros días. Sin embargo, si durante la época colonial se observó un proceso de nuclearización desde el punto de vista estructural, a fines del siglo XIX se presenta un proceso de nuclearización desde el punto de vista de sus relaciones internas. Es en este momento que podemos decir que comenzó a desarrollarse la familia nuclear moderna, como ethos sociocultural. Ésta apareció en los grupos socioeconómicos más altos. En el siglo XX, este tipo de familia se desarrolló aún más, desde el punto de vista de sus relaciones internas. En este desarrollo distingo tres momentos históricos (de 1900 a 1950, de 1950 a 1970 y de 1970 a 2000) en que sus relaciones internas adquirieron distintas connotaciones de modernidad.
Por otra parte, a pesar de que, desde el punto de vista sociocultural, de sus relaciones internas, se presentó la familia nuclear, las relaciones del núcleo con la parentela siguieron mostrando vínculos muy cercanos, por lo cual no podemos decir que éstas se hayan debilitado o desaparecido. En consecuencia, nuestras familias nucleares se distinguen del modelo de familia nuclear desarrollado por los clásicos de la sociología de la familia para las sociedades occidentales. A la par que han desarrollado importantes rasgos asociados a la modernidad, tiene rasgos muy particulares, como el familismo y la importancia de la red de parientes, que las distinguen de ese modelo.
Del proyecto de investigación que he realizado en los años pasados han derivado también otros resultados. Con el propósito de ampliar y consolidar el campo de estudios sobre la familia así como también establecer una vinculación con su campo de aplicación, he desarrollado varias actividades. En primer lugar, en lo que se refiere a la formación de recursos humanos, he dirigido tesis de licenciatura y maestría ligadas a esta temática. Asimismo, durante los años 2005 y 2006 organicé un seminario sobre familia con estudiantes con el fin de establecer un espacio de formación especializada en esta área. En segundo lugar, con la finalidad de difundir y articular de manera más precisa los conocimientos generados en esta área de estudios, organicé en 2005 un congreso internacional sobre la temática de las fortalezas familiares. A este congreso asistieron alrededor de ciento cincuenta estudiantes, investigadores, profesionales y diseñadores de políticas públicas de los cinco continentes, interesados en el tema de familia. Como resultado de ello, se elaboró un disco compacto que reune las ponencias presentadas y un video que presenta entrevistas realizadas a algunos de los participantes. En tercer lugar, este proyecto también ha generado varias publicaciones. Además del libro que mencioné, se elaboró otro titulado Fortalezas y desafíos de las familias en dos contextos: Estados Unidos de América y México. Este libro tuvo como propósito difundir la perspectiva de las fortalezas de las familias en nuestro país, desarrollada principalmente en los Estados Unidos, y a la vez presentar estudios de académicos mexicanos que intentaban aplicarla. En cuarto lugar, desde el punto de vista de la vinculación del quehacer académico con el campo de aplicación, en estos años se ha buscado establecer una relación con aquellas instituciones encargadas de atender a las familias. Entre ellas destaca el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), el cual participó tanto en la organización del congreso como del libro sobre las fortalezas, indicados antes. La relación con esta institución, como también con el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), ha implicado, por mi parte, la evolución de una perspectiva más sensible a los intereses institucionales más empíricos sobre la familia.
El desarrollo de este tipo de proyectos en el CIESAS ha mostrado, a lo largo de estos años, una contribución a la consolidación del campo de estudios de familia. En el corto y mediano plazo esta línea seguirá desarrollándose aún más. Como continuación de mi interés por contribuir a su desarrollo, pretendo realizar en los próximos años otra investigación dedicada ahora a profundizar en el conocimiento de las relaciones filiares internas. En particular desarrollaré un proyecto sobre educación familiar y competencia social adolescente.
Dra. Rosario Esteinou
Investigadora del CIESAS-DF
esteinou@ciesas.edu.mx
Investigadora del CIESAS-DF
esteinou@ciesas.edu.mx
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