PNPC y la formación de antropólogos en México

La Red Mexicana de Instituciones de Formación de Antropólogos (Red-MIFA) se reunió en marzo pasado en las instalaciones del CIESAS-DF (veáse Ichan Tecolotl, núm. 213, mayo, 2008, p. 7). En ella, la Red acordó aceptar la invitación del Dr. Luis Ponce Ramírez, director de Desarrollo de Científicos y Tecnólogos del Conacyt, para proponer los mejores indicadores de calidad de los posgrados en antropología. Los directivos de docencia de las veinte instituciones representadas en esta agrupación discutieron el asunto y acordaron crear una comisión para elaborar de un documento de reflexiones. Esta comisión fue integrada por los investigadores Andrew Roth (Colmich), Florencia Peña (ENAH), Raúl Nieto (UAM-I) y Roberto Melville (CIESAS-DF).
El texto, revisado por los representantes de las instituciones que conforman la Red, fue firmado por la presidencia en turno, a cargo de la Dra. Patricia Torres Mejía, subdirectora de Docencia del CIESAS y por la coordinadora del Proyecto Antropología de la Antropología (Adela), Dra. Ana Paula de Teresa, profesora del Departamento de Antropología de la UAM-I.
Las líneas siguientes reproducen el documento completo enviado al Dr. Ponce Ramírez con siete propuestas sobre las formas de evaluación de los posgrados en antropología.
Reflexiones en torno a los criterios del PNCP
y la evaluación de los posgrados en antropología.
Introducción
La Red Mexicana de Instituciones de Formación de Antropólogos (Red-MIFA) reúne en la actualidad a veinticuatro de las veintiséis instituciones públicas y privadas que imparten licenciaturas o posgrados en la disciplina a nivel nacional. Hoy, la Red-MIFA sintetiza el trabajo serio y comprometido, así como los esfuerzos solidarios que desde el 1 de diciembre de 2000 se han desarrollado con el fin de construir un espacio de intercambio de experiencias sobre la docencia de esta área, mismos que se concretaron nuevamente en la XV Reunión de la Red-MIFA, celebrada en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, sede México, el 6 y 7 de marzo del año en curso. Creemos que en México esta Red, única en su género, constituye un espacio de reflexión y elaboración de propuestas nacionales sobre la enseñanza-aprendizaje de la antropología.
A las reuniones semestrales asisten los responsables y representantes de los programas de antropología de todo el país, en cuyo seno se está llevando a cabo desde 2007 un proyecto de investigación de análisis crítico de la institucionalización de la antropología y su enseñanza en México, que sistematiza y analiza los datos cualitativos y cuantitativos de las instituciones de la Red, titulado Antropología de la Antropología (consúltese
www.uaemex.mx/pwww/ant/ y www.adelaredmifa.org).
A esta XV Reunión asistió como conferencista magistral el director del Posgrado del Conacyt, Dr. Luis Ponce, quien nos abrió la posibilidad de emitir como Red nuestra opinión sobre los criterios de evaluación de los posgrados, invitándonos a hacer presencia y emitir propuestas en los foros de pares que se convocarán en mayo, invitación que la Red decidió aceptar.
La institucionalización de la docencia en antropología tiene apenas setenta años (desde 1938 a la fecha) y durante varias décadas a través de una sola dependencia: la ahora Escuela Nacional de Antropología e Historia, seguida de la Universidad Veracruzana (1959) y la Universidad Autónoma de Yucatán (1966). Hasta muy recientes fechas otras instituciones de educación superior han abierto alguna carrera antropológica, diversificando la oferta y las opciones a nivel nacional, tanto de licenciaturas, como de posgrados, de lo cual nos congratulamos. Sin embargo, a pesar de esta dinámica, es innegable que la antropología mexicana ha ganado un lugar tanto en el contexto nacional como internacional por sus importantes contribuciones académicas y la generación de visiones novedosas, así como por sus vínculos y compromisos con los grandes problemas nacionales y el análisis de su impacto en los sectores sociales menos favorecidos. Por tanto, la Red-MIFA considera importante que se tomen en cuenta las especificidades de la disciplina en el país, así como sus tradiciones y su identidad nacionales, en el momento de evaluar sus posgrados, para lo cual ha preparado el siguiente documento conjunto, que reúne las experiencias y el punto de vista de las veinticuatro escuelas que la integran. Presentaremos siete propuestas concretas para cambios en los parámetros de evaluación de los posgrados en antropología, así como siete reflexiones más a fondo sobre la naturaleza de la antropología como la disciplina más humanista de las ciencias y la humanidad más científica.
Siete propuestas
1. Los programas de posgrado en México tienen que responder a los problemas todavía no resueltos de la educación básica y universitaria, tales como a) la heterogeneidad de los programas educativos, tanto en sus materias como en sus formas de evaluación y graduación; b) se recurre en la educación media y superior a tareas de repetición y de paráfrasis que hacen que, en muchos casos, los estudiantes difícilmente logren hacer una síntesis de un texto original con sus propias palabras, c) se da demasiada importancia al desempeño oral sin fortalecer la formación basada en la lectura y la escritura, y d) una educación memorística, que no fomenta el análisis y la síntesis en un nuevo pensamiento de textos y posturas distintas, vital para la investigación antropológica.
Los posgrados en antropología, además de la formación especializada, deben desarrollar acciones que subsanen estas deficiencias en sus alumnos, por lo que los requisitos del Conacyt en tiempos de terminación de estudios y titulación entran en contradicción con esta realidad nacional. Además, esta especificidad debe ser tomada en cuenta en la selección de programas de posgrado en el extranjero para la comparación con los programas de México. Necesitamos identificar los países en donde las relaciones de la educación básica y universitaria con la educación a nivel de posgrado compartan logros, problemas y necesidades semejantes. Éstas no necesariamente son las universidades europeas, canadienses o norteamericanas, cuya infraestructura, recursos para la docencia, ingresos de sus profesores y financiamientos a las actividades de investigación de su planta docente, etc., no son comparables con nuestro contexto mexicano.
2. Existe una gran variabilidad en las licenciaturas, y muchos solicitantes de ingreso a posgrados de antropología vienen de disciplinas afines. Ambos factores hacen problemática una asociación estrecha entre la selección de estudiantes y la eficiencia terminal. Por ello se sugiere un periodo de gracia al inicio del programa, de seis meses, no utilizado en el cálculo de la eficiencia terminal.
3. Debe distinguirse entre la política de becas para fortalecer áreas de la ciencia y las tasas de graduación, que deben ser evaluadas en torno a las tendencias reales en los programas de posgrado nacionales e internacionales de acuerdo con las áreas de las ciencias. Por ejemplo, usar el criterio de una tasa de graduación de cuatro años y medio o menos para calificar un programa como de “competencia internacional” es confundir una política de eficacia terminal en el otorgamiento de becas Conacyt, con la evaluación de la calidad académica de un programa.
Debe tomarse en consideración que para la formación de los alumnos las tesis antropológicas, tanto en la maestría como en el doctorado, idealmente deben basarse en el trabajo de campo. Así, el tiempo de planeación y ejecución de la investigación de campo, más el trabajo que reclama la transcripción, sistematización y análisis de los datos obtenidos, es mayor que el que se calcula para tesis propias de las ciencias “duras” o realizadas en un laboratorio. Por tanto, proponemos medir la eficiencia terminal no por cohortes, sino por el acumulativo de la matrícula a través del periodo del programa evaluado.
4. Proponemos flexibilizar el cálculo de las tasas de graduación mediante fórmulas que establezcan una media de tiempo con un margen de variación, por ejemplo, para una maestría 2.5 años +/- 0.5 años y un doctorado 4.5 años +/- 1.0 año.
5. La participación de los estudiantes con los investigadores en la antropología no debe ser evaluada con los mismos criterios de las publicaciones de ciencias de laboratorio, donde la norma es coautoría de todos los integrantes del proyecto, sino que la participación se registre mediante I) publicaciones editadas que incluyan capítulos de estudiantes, II) publicaciones resultantes de trabajos de tesis y III) la participación de estudiantes en las revistas con arbitraje publicadas por sus instituciones.
6. La antropología corresponde tanto al área de Humanidades y Ciencias de la Conducta como al área de Ciencias Sociales, por tanto, en la evaluación de programas de antropología por comités de pares se debe tomar en cuenta que esta disciplina se sitúa en la frontera entre ambas áreas.
7. El fortalecimiento del posgrado reclama una política complementaria de apoyo para que se subsanen las debilidades de los programas (tal como el Programa Institucional de Fortalecimiento Institucional –pifi– contempló). Así, el Conacyt debe fomentar y apoyar la creación de la infraestructura necesaria para la investigación y la docencia con bibliotecas actualizadas, suscripciones a revistas nacionales y extranjeras, suscripciones a bancos de datos y de revistas de texto completo, equipo de laboratorio, software para metodologías cualitativas, salas de cómputo, apoyos financieros para el trabajo de campo, etcétera.
También proponemos que se abran plazas para que las instituciones de enseñanza tengan el núcleo básico de ptc que exige, así como que se promueva con una política específica la oferta de contratación en las múltiples instituciones –públicas y privadas– donde los egresados podrán prestar sus servicios como investigadores, consultores, promotores de iniciativas culturales, etcétera.
Reflexiones finales
1. La diversidad en el estudio de la diversidad. Para su constitución y funcionamiento, la Red-mifa ha reconocido la diversidad de tradiciones académicas que caracterizan a la disciplina. Las comunidades antropológicas, asimismo, están alojadas en distintos tipos de instituciones: universidades públicas y privadas, centros y colegios de investigación, instancias gubernamentales y organizaciones no gubernamentales, centros públicos Conacyt, etc. Las variadas circunstancias socioeconómicas de lugares y regiones a los que prestan servicios nuestros programas, las escalas o tamaños de las instituciones (medidas por el número de profesores y alumnos, por ejemplo), su presupuesto de operación e infraestructura y la antigüedad institucional, entre otras cuestiones, las hacen muy heterogéneas. El diseño de los estatutos de la Red-mifa tomó en cuenta tales variables para crear un marco de referencia flexible y equitativo donde tiene cabida la diversidad, tratando de apoyar el desarrollo de las instituciones más débiles o de reciente creación. Deseamos contar con un procedimiento de evaluación por parte del Conacyt que también sea sensible a tal diversidad institucional de nuestros programas. No se trata de una sola secuencia del fortalecimiento del posgrado, sino de diversos derroteros de una aspiración general, con variable arraigo en contextos no homogéneos.
2. Las principales contribuciones de la antropología. A la forja de nuestra nación mexicana y por supuesto en diálogo con todas las otras disciplinas científicas, podrían enumerarse sucintamente: a) el reconocimiento valorado positivamente de los orígenes e influencia de una civilización antigua, b) la herencia y actualidad multicultural y plurilingüe (no sólo por la presencia de diversas culturas indígenas, sino también por las vigorosas influencias de las culturas europeas, del vecino del norte y del resto del continente), c) la caracterización multilineal del desarrollo y del progreso, d) las adaptaciones de las sociedades locales y regionales a variadas condiciones geográficas y climáticas dadas en el territorio nacional, e) el riesgo de la degradación ecológica y la vulnerabilidad social del avance económico y tecnológico, f) la perspectiva holística o integral apropiada para el análisis de los fenómenos socioculturales, y para evaluar y diseñar las políticas de intervención y cambio social, g) la sensibilidad y metodología para abordar los conflictos y movimientos sociales, y h) su contribución al análisis y elaboración de propuestas de los problemas a que se enfrentan los sectores menos favorecidos de la sociedad. Los antropólogos comparten con otros científicos algunas de estas contribuciones de nuestra disciplina; lo cual no es fruto de un desarrollo disciplinario aislado sino de un creciente diálogo interdisciplinario. La antropología, al igual que otras ciencias sociales, produce conocimientos “situados”. Las grandes generalizaciones están acotadas por contextos geográficos e históricos. Sus frutos (publicaciones, resultados de investigación) tienen “mercados” especializados y delimitados en el contexto nacional. Por lo que muchas veces es prioritario que el conocimiento antropológico se publique en México y en español.
3. La peculiaridad de los conocimientos antropológicos. A diferencia de otras ramas del conocimiento científico, donde el investigador es un observador entrenado y competente, pero no necesariamente involucrado en forma íntima con los fenómenos estudiados, en el caso de la antropología, es entrenado para moderar sus prejuicios sociales y culturales a la hora de acercarse a los grupos de estudio, para no dejarse influenciar por ellos, en la medida de lo posible. Deberá hacer un enorme esfuerzo por encontrar los términos de la comunicación con esos grupos, incluso el aprendizaje de un idioma. Es prácticamente reconocido por quienes han vivido esta experiencia, como un rito de pasaje, que el antropólogo no sólo va a producir un documento que se llama tesis de maestría o de doctorado, sino también experimenta un cambio tanto en sus formas de mirar a los otros como en sus formas de interacción con ellos. Esto implica la transformación de muchos de los valores morales y culturales en los que fue socializado en su país, clase o grupo étnico. Quienes tenemos contacto con los estudiantes, nos hemos dado cuenta cómo durante la elaboración de la tesis están lidiando no sólo con problemas metodológicos, conceptuales y teóricos, sino también con el choque de valores que se ha producido en el ejercicio y sus efectos en su personalidad más íntima. Esta experiencia transformadora, de singular importancia en la formación antropológica, es asimismo valioso ejercicio para la integración social y cultural de una sociedad no homogénea como la mexicana, y consecuentemente deberá ser reconsiderada en los criterios y tiempos de titulación del Conacyt.
4. La limitación de los criterios cualitativos vigentes. El problema fundamental que guardan los criterios vigentes en el pnpc es que son de tipo cuantitativo. Su limitación reside en pretender evaluar la calidad utilizando criterios cuantitativos, como son profesores en el núcleo básico, productos realizados, número de graduados y tiempos de graduación, coautorías con los alumnos, membresías en el sni, etc. Tales criterios cuantitativos son necesariamente indicativos. Resultan útiles para elaborar rankings, pero según nuestra experiencia resultan completamente inapropiados cuando se pretende evaluar con ellos la calidad de las ciencias sociales y las humanidades. Es insuficiente hacerlos más flexibles, como sugerimos arriba; es indispensable introducir indicadores cualitativos.
 odemos ofrecer como contraargumento convincente acerca de los índices de eficiencia (tiempos para obtener el grado) o tasas de graduación del alumnado que el mismo Conacyt envía a sus becarios al extranjero a universidades que en su mayoría no cumplen estos dos indicadores.
5. Acerca de los posdoctorados. Los posdoctorados son un recurso al que deben aspirar todos los egresados del doctorado; pero no deben considerarse como una forma de remediar doctorados cursados con premura, o con proyectos de muy corto aliento que necesitan del posdoctorado para concluirlos satisfactoriamente.
6. Criterios cualitativos. Necesitamos mejores indicadores de tipo cualitativo en lugar de simples indicadores de productividad. Los indicadores cualitativos más destacados para evaluar los programas de antropología son los siguientes: 1) nombramiento de asesores expertos en las líneas de investigación en los comités de tesis, 2) organización de coloquios para la presentación de proyectos, avances y resultados de las investigaciones de tesis, 3) líneas y programas de investigación innovadores, 4) fondos concursados y apoyos que se aplican en cada programa a los estudiantes de posgrado y a sus tesis, 5) estancias prolongadas de investigación de campo. En contraste, señalamos tres indicadores cuantitativos que resultan inapropiados: 1) el peso asignado a los tiempos para obtener el posgrado medido en años, 2) la identificación a priori de un número mínimo de personal de tiempo completo (ptc) que forma el núcleo académico básico de los programas, pues la relación debiera ser proporcional para establecer la suficiencia de la planta académica, 3) el perfil único de profesor-investigador en lugar de una evaluación del conjunto de profesores del departamento o programa.
7. Acerca del criterio de internacionalización de los programas. La vitalidad de la antropología contemporánea se ha desplazado hacia la investigación realizada en los países del sur. Hay una intensa búsqueda de interlocutores entre programas anclados en países periféricos, de tal suerte que los indicadores de la internacionalización en antropología se manifiestan explícitamente en la atracción de estudiantes de otros países que eligen a México para adquirir su formación antropológica.
Conclusión
Aspiramos a participar en un fecundo diálogo con los representantes de otras ramas de las ciencias y las autoridades del Conacyt acerca de los mecanismos más apropiados para asegurar el fortalecimiento de los posgrados y las modalidades para la evaluación de los programas que tomen en consideración los variados contextos de la enseñanza en México. El fortalecimiento de los posgrados y su evaluación es parte de un proceso más amplio y complejo que incluye la renovación de la educación preuniversitaria y el nivel de licenciatura. Por esta razón reiteramos nuestra opinión de que las comparaciones entre los posgrados nacionales con los extranjeros, sin tomar seriamente en cuenta los niveles educativos previos, las condiciones básicas de infraestructura y otras características, ya mencionadas, son engañosas y por lo tanto deben manejarse con cuidado.
Para justificar nuestra propuesta de flexibilidad y equidad en la aplicación de criterios, hemos puesto de relieve la juventud de la mayoría de los programas de antropología (licenciatura y posgrado), su concentración geográfica en el centro de México y su ausencia en el norte del país (salvo una licenciatura y una maestría en Chihuahua), la diversidad de contextos institucionales donde se alojan las comunidades de antropólogos, la diversidad de tradiciones antropológicas, las combinaciones de sus especialidades (antropología social, etnología, arqueología, antropología física y lingüística).
Nuestras propuestas se basan en la experiencia. La flexibilidad postulada apunta a aquellos aspectos donde la rigidez de la evaluación puede sofocar el esfuerzo de las comunidades de profesores y estudiantes, en lugar de alentarlo. Un ejemplo es la tendencia a usar la eficiencia terminal como supremo indicador de la marcha del programa, lo que deja al margen aspectos fundamentales en todo proceso educativo, tales como: las necesidades de los educandos, sus aspiraciones de empleo, las formas de la enseñanza de la disciplina respectiva y sus tiempos, así como los esfuerzos realizados por alumnos y profesores.
Como una organización representativa de la institucionalización de la formación de investigadores en la antropología ofrecemos estas reflexiones para contribuir crítica y propositivamente al proceso de establecimiento de tendencias reales para la evolución de posgrados de excelencia, quedando a sus órdenes para ampliar verbalmente estas ideas iniciales
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