Beneficiarios del Programa de Becas de Posgrado para Indígenas de la Fundación Ford

El Programa de Becas de Posgrado para Indígenas de la Fundación Ford cumple en México siete años de impulsar la preparación académica de estudiantes de origen indígena interesados en continuar sus estudios superiores. A lo largo de estos años el Programa ha permitido que 135 mujeres y hombres indígenas tengan oportunidad de cursar estudios de maestría y doctorado en el país o fuera de él y se reinserten posteriormente a la actividad social, productiva o académica de sus lugares de origen. La importancia de apoyos y programas encaminados a revertir el limitado acceso indígena a la educación superior se refleja en el hecho que solamente 2% de la población indígena en edad de cursar estudios universitarios accede a ese nivel educativo y de ellos sólo uno de cada cinco concluye sus estudios y se gradúa. Dentro de este marco, la mujer indígena con estudios de posgrado es en términos estadísticos una figura aún más reducida, en buena medida por los diversos obstáculos que debe vencer para avanzar en la educación formal desde el nivel básico.

Miriam Uitz May (MUM) es una de las cincuenta y dos mujeres indígenas que ha recibido el apoyo de la Fundación Ford y del CIESAS para realizar sus estudios de posgrado. Es especialista en comunicación de origen maya y tiene treinta y un años. En esta entrevista concedida al Ichan Tecolotl (IT) nos narra los obstáculos y las vías que ha encontrado en su camino para alcanzar sus metas académicas. También expresa su opinión acerca del problema de la visibilización de las indígenas profesionistas con posgrado y la contribución que, desde sus respectivos campos de especialidad, están aportando a sus ámbitos social y laboral.
MUM: Estudié el Máster en Comunicación Audiovisual, Empresarial e Institucional, de la Universidad de Deusto en la ciudad de San Sebastián, en el País Vasco. El programa tuvo una duración de un año. La oportunidad de la beca surgió a través de la institución donde trabajo, que es el Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya del Estado de Yucatán, cuyas oficinas se encuentran en la ciudad de Mérida. Antes de la beca, yo era la encargada de la coordinación de comunicación social del Instituto y mi función era organizar las conferencias de prensa, elaborar los boletines informativos y monitorear los medios. También hacía spots de radio en lengua maya. Más adelante me dieron la responsabilidad de la dirección y producción de una estación en lengua maya que se llama Yool Iik.
IT: ¿Cuál consideras que fue el mayor obstáculo o dificultad para realizar el posgrado?
MUM: Creo que con lo que luché más fuertemente fue contra ese pensamiento de subordinación que a los indígenas se nos ha impuesto históricamente. Es escuchar a la abuela decirte que no es necesario estudiar más de lo indispensable (que era saber leer y escribir) ya que mi destino era la casa nada más y que no servía para otra cosa. Eso quedó grabado en mi mente y es un pensamiento que traemos muy dentro de nosotros. Yo lo superé por etapas. La primera fue gracias al apoyo de mis padres, que me demostraban que confiaban en mí y que no se opusieron a que yo estudiara fuera del país. La libertad y confianza que me dieron fue un gran paso. Otro factor que influyó fue mi trabajo. Al relacionarme con mi gente maya y con las comunidades más vulnerables me sentía comprometida a superarme y poder, de alguna manera, compartir los conocimientos que iba a adquirir, sobre todo con los jóvenes mayas, para trabajar en la preservación y difusión de nuestra lengua. Por último, cuando llegué a mi destino de estudios y relacionarme con los compañeros del piso que compartí, lo mismo que con los de clase y ver lo sorprendidos e interesados que estaban por mi origen, eso me ayudó mucho a entender que valgo por lo que soy y no por lo que tengo. Mis compañeros tenían la idea de que los mayas ya no existían, por lo que nunca pensaron toparse con una de ellos, sobre todo siendo mujer. Su mayor sorpresa fue cuando escucharon que yo hablaba la lengua maya, sobre todo porque en el País Vasco toman muy en cuenta su lengua materna. Para ellos la cultura maya tiene algo místico. Ahora ellos ya saben que Wey Yano'one' significa aquí estamos.
IT: ¿Cómo fue que tu familia te apoyó en este proyecto académico?
MUM: Mis padres fueron fundamentales para esto. Tengo una hermana y un hermano y todos tenemos carrera universitaria. Afortunadamente, en el núcleo donde vivo no hay tanta presión. A mí me enseñaron a valerme por mí misma y a realizar trabajos tanto del hombre como de la mujer. Pero esto no es lo común entre la gente de mi etnia. Hay mujeres con mucha capacidad intelectual que frustran su superación por las ideas de antaño. Sin embargo, debido a la situación generada por la migración y la necesidad económica, hemos tenido que alzar la mano y el rostro para demostrar que podemos superarnos profesionalmente. Ahora ya somos muchas las que hemos llegado a estudiar. Tal vez no un posgrado, pero sí a concluir una carrera y a ejercerla. En mi caso, gracias a la oportunidad que tuve con las becas de la Fundación Ford.

Miriam Uitz May en su trabajo para radios comunitarias
en el estado de Yucatán, México

IT: ¿Valió la pena salir al extranjero a estudiar?
MUM: Sí, valió la pena, porque te ayuda a ampliar la visión y a expresarte sin miedo ante otras personas. También te ayuda a madurar a pasos agigantados y te enseña a mirar a tu país desde afuera y saber qué piensa la gente de tu origen. Eso me permitió valorar y ser más observadora de la riqueza de mi entorno.
IT: ¿Cómo ha sido la reinserción a tu vida cotidiana después de los estudios de posgrado en el extranjero?
MUM: Al principio no fue fácil. Me veían como una amenaza, ya que pensaban que, como me fui a otro país y regresé con un estudio de posgrado iba a reclamar que me dieran un mejor puesto, así que había muchos celos y al mismo tiempo estaban a la expectativa esperando a ver con qué cosas nuevas vendría. En mi comunidad parece que tengo un letrero que dice “la estudiada” y allí sí que me ven como bicho raro. Me tienen cierto respeto. Para ellos soy extraña, sienten que ya no soy parte de ellos. Los muchachos te llegan a tener “miedo” o ¿respeto? no sé. Piensan que una aspira a algo mejor. Ya sabes, el pensamiento que tenemos los indígenas.
IT: Pero con este tipo de experiencias uno también cambia ¿no te parece?
MUM: Sí, es verdad. Tal vez inconscientemente actúo de esa manera y el hecho de haber estado fuera de mi entorno y el proceso de cambio de pensamiento que atravesé se refleje de alguna manera. Es bien sabido que decimos más con nuestras actitudes que con lo que decimos. La gente adulta y los de mi edad tienen ese sentimiento de respeto y miedo pero con los adolescentes que trabajo y que están en proceso de elegir carrera profesional es muy diferente, me admiran y me da gusto ver que varios de mi comunidad se han interesado por la carrera de comunicación y se han acercado a preguntarme algunas cosas. Por eso, cada vez que tengo oportunidad animo a los adolescentes a buscar e investigar qué otras formas hay para solventar los estudios. Mi sueño es detectar adolescentes con interés por los medios de comunicación y buscar becas para que continúen estudiando y formar a futuros portavoces de nuestra cultura.
IT: En tu actividad laboral ¿cómo ven tus compañeros de trabajo que seas indígena, mujer, con posgrado en el extranjero?
MUM: De pronto dudan de mis capacidades, sobre todo en el área audiovisual. El manejar una cámara, la edición del video o del audio, porque esa parte del trabajo está más a cargo de los hombres. Pero a mí me encanta y puedo cargar una cámara de video profesional. No me gusta que me vean como una niña delicada. Soy una metiche y les demuestro que sí lo puedo hacer y lo hago. A nosotras las mujeres danos las herramientas y hacemos maravillas. Sin embargo, mis aportes profesionales los he hecho poco a poco, ya que yo soy la que no quiero mostrar que todo lo sé, sino que, conforme vaya detectando necesidades pues voy aportando lo poco o mucho que adquirí. Sobre todo a través de mi forma de trabajo ellos han visto lo que aprendí, pero en cuanto a participar y aportar ideas he tenido total libertad, luego de que vieron que no represento un peligro para ellos.
IT: ¿Consideras que hay alguna aportación particular desde tu perspectiva de mujer a la profesión que desarrollas, en tu trabajo diario?
MUM: Sí, claro. Ahora mi trabajo es con niños y nosotras las mujeres somos más sensibles, nos vamos a lo emocional, así que buscas la forma de conectarte con ellos y así trabajar mejor en los talleres que impartimos. Hasta hace unos meses trabajaba con doce chicos de la carrera de Comunicación de la Facultad de Antropología. Íbamos los fines de semana a las comunidades y les impartíamos a los niños talleres de periodismo, fotografía, video y radio. Trabajamos en lugares con alto porcentaje de maya hablantes. Al final de cada taller realizamos una exposición de los trabajos y detectamos qué niños tienen más potencial para, más adelante, organizar una red de comunicadores indígenas y sean ellos los que informen de lo que ocurre en su comunidad a través de espacios en las estaciones de radio.
Miriam Utiz May trabaja actualmente asesorando a otros indígenas que tienen programas de radio en lengua maya para mejorar el contenido de sus emisiones.

Entrevista realizada por
Gonzalo Maulén
coordinador de Difusión del CIESAS

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