La Voz de los Estudiantes

El rito de paso internacional: estudios, retos y placeres

A dos meses de mi regreso a México con el título de maestro en Antropología Social por el Programa de Pós-Graduação em Antropología Social (PPGAS) –de la Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC) de Brasil– he reflexionado mucho acerca­ de cuál ha sido mi trayectoria y de qué forma el CIESAS ha con­tribuido en mi formación académica, a pesar de que no he estado matriculado en los programas de docencia de esta institución. Además de mostrar cómo fue que llegué a ese país sudamericano, con estas líneas quiero motivar e invitar a los estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado, de cualquier institución académica, en especial a los de la ENAH y del CIESAS, a buscar opciones de becas en el extranjero.
Cuando presenté en la ENAH, en agosto de 2004, la tesis inti­tulada “A son de campana: las cofradías del pueblo de Xochiatipan, siglos XVII-XIX”, ya tenía claro que quería continuar mi formación académica en el extranjero. Antes de la elaboración de la tesis, tuve la oportunidad de realizar mi servicio social en el proyecto La Huasteca: Sociedad, Cultura y Recursos Natura­les. Pasado y Presente, del CIESAS-Conacyt, coordinado por el Dr. Jesús Ruvalcaba Mercado y el Mtro. Juan Manuel Pérez Zevallos (ambos CIESAS-DF). Allí surgió el interés de desarrollar una investigación de las asociaciones religiosas en el periodo colonial en la Huasteca. Al terminar el servicio social en 2002, concursé para una beca del Conacyt, por un año para realizar la tesis de licenciatura dentro de ese proyecto.
Del compromiso que he tenido con el ciesas se pueden se­ñalar dos aspectos: el primero, la oportunidad de aprender a investigar, con investigaciones de responsabilidad propia, como parte de algún proyecto en marcha (cabe mencionar que la corrección de la tesis de licenciatura fue aprobada por el consejo editorial del CIESAS para su publicación, y que en los próximos meses estará a disposición de los interesados). El segundo fue la posibilidad de continuar mi formación académica en el extranjero. Un convenio firmado hace mucho tiempo entre la ufsc y el CIESAS me motivó a procurar una beca para mi maestría, que a fin de cuentas obtuve en el concurso anual que ofrece el gobierno de Brasil.
El interés de realizar una maestría en Brasil surgió gracias a los incentivos de los coordinadores del proyecto quienes apoyaron mi participación en la V Reunião de Antropologia do Mercosul (V ram) en diciembre de 2003. El foro tuvo como sede a la UFSC, en Florianópolis, Brasil, de la cual y de su gente quedé encantado tan pronto arribé a esa ciudad. El resultado fue inmediato. Además de admirar las bellezas del sur brasileño, esta experiencia me permitió entablar comunicación con quienes llegarían a ser mis futuros profesores. Al mismo tiempo, conocí al Dr. Sílvio Coelho dos Santos –quien luego sería mi director de tesis– profesor emérito de la UFSC, uno de los mejores antropólogos brasileños y colega de investigación del Dr. Roberto Cardoso de Oliveira. Desde estas líneas le expreso mi profundo agradecimiento y le brindo un humilde tributo a su calidad humana y a su entereza ante la adversidad.
Después de ese primer viaje a Brasil, comenzó el proceso de titulación en la ENAH, de forma paralela al camino tortuoso-buro­crático para obtener la beca. Tuve que aprender portugués y pasar el examen de idioma, además del correspondiente a la propia universidad. El convenio al que me referí arriba sólo fue una referencia, pues en aquel momento no estaba activo ni yo tenía vínculo formal alguno con el CIESAS.
Éste no es el lugar para entrar en los pormenores de diversa índole por los que se pasa para obtener una subvención de estudios para el extranjero. Lo que les puedo decir es que además de divertido no debe ser algo desalentador. Es un proceso inevitable para quienes hemos decidido dar continui­dad a nuestra formación académica fuera de nuestro país. Convendría mencionar que tanto los procesos de selección a las universidades brasileñas como las vías para concursar por una beca no son una realidad lejana a nuestras instituciones mexicanas y sus procesos.
Como no tenía plata para ir a hacer el examen ni la entrevis­ta a Florianópolis (¡aunque yo hubiera hecho de nuevo el viaje encantado de la vida!), la Subdirección de Docencia del CIESAS –con la gentileza de la Dra. Patricia Torres Mejía, María Viole­ta Corona Loranca y Miryan Tessie Ruiz Muñoz– sirvió de enlace con la ufsc para que ambos se llevaran a cabo en las instalaciones del CIESAS en el D.F. Pasó un mes de incertidum­bre pero, al final, en diciembre de 2004 de la embajada brasileña me comunicaron que fui aceptado en el Programa de Intercambio de Estudiantes por Convenio entre México y Brasil (PEC-PG). El financiamiento lo proporcionaría el Ministerio de Educación del país anfitrión, para realizar durante dos años la Maestría en Antropología Social, sin especificar el monto de la misma.
A mediados de febrero de 2005 llegué a Florianópolis y el 15 de marzo comenzaron los primeros seminarios de la Maestría. Ni qué decir, que si bien había pasado el examen de idioma, al principio me costó trabajo acoplarme al ritmo de los hablantes de portugués. A lo largo de los dos años de posgrado (2005-2007) tuve la oportunidad de mostrar las aptitudes de investigación adquiridas en el ciesas, mismas que el profesor Sílvio puso a prueba.
En esta fase, orienté mis estudios al problema de la territorialidad de los mbyá, subgrupo lingüístico de los guaraníes, en el estado de Santa Catarina, las relaciones interétnicas, la política indigenista brasileña y la resignificación cultural en los procesos de ocupación de los espacios. Con la colaboración de mi director de investigación, la metodología y los enfoques­ teóricos adquiridos durante mi participación en ambos proyec­tos, fui el primero en defender la tesis en febrero de este año. Obtuve el grado de maestro en Antropología Social y el texto fue dictaminado por la banca examinadora para su inmediata divulgación y posible publicación. El examen de grado y el término de la Maestría fueron concluidos en los dos años reglamentarios, que es el plazo establecido por el Ministerio de Educación brasileño para gozar de la beca y por la institución académica para que “no le den a uno callo”. Esto lo menciono no para ensalzar mis posibles méritos, sino para realzar que con empeño, dedicación, herramientas teórico-metodológicas y una buena orientación es más que factible terminar no sólo las materias de un posgrado incluso en un idioma diferente, sino un trabajo de investigación original, así sea con un tema totalmente nuevo, y plasmarlo en una tesis juzgada por arriba del promedio.
Pude establecer una relación a veces amistosa, otras veces­ cordial y algunas pocas conflictivas con mis compañeros. Es obvio que las reuniones para disfrutar de la comida y la bebida mexicana o, en ocasiones, de la brasileña (que por cierto yo tenía que cocinar) fueron excelentes oportunidades para co­no­cer a más personas y convivir con aquellos y mis profesores. La verdad, como en todas partes del mundo, la comida del restaurante universitario, por cierto la más barata de los alre­dedores, alivianó mi bolsillo pero a fin de cuentas cansó mi paladar. Reconozco, por otro lado, que la tainha a la brasa y el churrasco dejaron un recuerdo inolvidable en mi memoria gastronómica. En resumen, si tuviera de nuevo la oportuni­dad, no dudaría un instante en repetir la experiencia. En este momento me encuentro en la coyuntura de regresar con ma­yor experiencia y en búsqueda de trabajo. Cada vez que finalizamos una etapa de nuestra formación académica nos aborda la incertidumbre que viene de la mano con la ansiedad de ubicarnos nuevamente en el estudio, la investigación, o bien, en el mundo laboral. Al mismo tiempo, este periodo nos marca pautas y espacios para la reflexión, para valorar nuestro propio esfuerzo, reconocer nuestras carencias y apreciar las opor­tunidades y los apoyos ofrecidos. Una vez terminada cada etapa, sin embargo, también nos da la oportunidad de aquilatar las cosas de las que somos capaces.
Para terminar el exhorto, quiero agradecer a quienes contribuyeron en esta odisea. De manera especial, a mis directores de ambas tesis, el Mtro. Juan Manuel Pérez Zevallos y el Dr. Sílvio Coelho dos Santos, respectivamente. Además, entre la gente del CIESAS, a Pablo, Vane y a la Lic. Alejandra Meyenberg. Al proyecto En el Corazón de la Huasteca, y a mi familia por su apoyo para poder regresar a México en dos ocasiones y curarme de la saudade. Entre la gente de Brasil, agradezco a quienes me incentivaron para iniciar y terminar esta aventura; al Ministério de Educaçâo y al Centro de Estudios Brasileños en México; al jefe del programa del PPGAS-UFSC, Dr. Oscar Calavia Sáez, a la Dra. Esther Jean Langdon, Dr. Rafael José de Menezes Bastos, Dra. Míriam Pillar Grossi, Dr. Alberto Groisman, Dra. Amélia S. Dickie M., y en particular también doy las gracias a los investigadores del Museo Universitario de la UFSC, Dra. Maria Dorothea Post Darella y el Dr. Aldo Litaiff.

Mtro. Sergio Eduardo Carrera Quezada
ENA-UFSC
iztlacyo@hotmail.com

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